¿Sabías Qué?
¡Te contamos 8 curiosidades Sobre los Aviones que Debes Conocer Antes de Volar!
Los aviones están llenos de secretos, que van desde triángulos negros en las ventanillas a dormitorios ocultos, pasando por esposas y pestillos ocultos. Pero ¿te has planteado qué sucede si alguien muere o da a luz a 10.000 m de altura? Estas son algunas de las curiosidades más desconocidas relacionadas con la seguridad y el comportamiento de pilotos y tripulantes.
1. Oxígeno para 15 minutos
En primer lugar, las máscaras de oxígeno en los aviones no suministran realmente oxígeno, sino más bien un cóctel de productos químicos que pueden incluir peróxido de bario –utilizado en los fuegos artificiales-, clorato de sodio –herbicida- o clorato de potasio. Pero más inquietante aún es el hecho de que estas máscaras están equipadas para bombear ese compuesto solo entre 12 y 15 minutos.
Lo que parece trágico en realidad no lo es tanto: a un piloto le llevaría mucho menos tiempo que esos 15 minutos hacer descender el avión a una altitud segura.
Sí es importante ponerse rápidamente la mascarilla en caso de emergencia, ya que se corren serios riesgos de desmayo si la presión en la cabina desciende de forma imprevista. Se estima que 30 segundos serían suficientes para perder la consciencia.
2. Muertes a bordo
Técnicamente, no se puede morir en un avión. Aunque la tripulación de vuelo está entrenada en primeros auxilios e, incluso, pueden estar preparados para realizar reanimaciones, la mayoría de los vuelos no cuentan con personal cualificado para certificar una muerte.
Esto significa que nadie puede morir en pleno vuelo en términos legales, ya que los pasajeros solo serían declarados muertos al aterrizar.
Si, a pesar de todo, alguien fallece, los aviones tampoco cuentan con una zona especial donde mantener el cuerpo hasta el aterrizaje así que lo más habitual -y en caso de que no haya una fila vacía- será que el pasajero fallecido se mantenga en su asiento tapado con una manta y con el cinturón bien abrochado hasta el aterrizaje.
3. ¿Campanillas?
Los sonidos que recuerdan a campanillas durante algunos vuelos son, en realidad, códigos que utilizan los miembros de la tripulación para comunicarse. Los extraños códigos que aparecen en las tarjetas de embarque contienen mucha -y muy sensible- información sobre los pasajeros.
La cantidad de bocadillos que quedan o una turbulencia detectada en la trayectoria de vuelo pueden ser objeto de estas comunicaciones. Con mucha menos frecuencia se usan para compartir una emergencia o un cambio de ruta.
4. Luces bajas
¿Te has preguntado por qué los aviones atenúan notablemente las luces durante el despegue y el aterrizaje? Seguramente has barajado como causas la voluntad de crear un ambiente relajado entre los pasajeros, el ahorro energético o la reducción de la contaminación lumínica.
Ninguna de las anteriores es correcta: la atenuación de las luces se debe únicamente a cuestiones de seguridad y está destinada a preparar nuestros ojos para una posible evacuación.
El ojo humano tarda un tiempo –alrededor de unos diez minutos- en adaptarse a la oscuridad, pero en caso de accidente no dispondrán de tanto tiempo. Por ello, si la cabina está en penumbra, ya habrán acostumbrado su visión, de modo que serán capaces de vez con mayor nitidez, seguir las indicaciones de la tripulación y dirigirse a las salidas de emergencia.
5. Agua no, gracias
Hace más de 15 años que diferentes investigaciones pusieron el foco en la calidad del agua que se sirve en los aviones. Más reciente, una investigación de 2015 en la revista científica International Journal of Environmental Research and Public Health calificó de “bacterias que viajan” algunos componentes del agua. Después de analizar 154 muestras, los científicos llegaron a la conclusión de que el agua de los vuelos de larga distancia tenía mucha peor calidad que la de los cortos.
De acuerdo con las pruebas realizadas por la Agencia de Protección Ambiental (EPA) de los EEUU en 2012, el agua potable en más de uno de cada 10 aviones dio positivo por niveles "altos" de coliformes, bacterias potencialmente dañinas que se encuentran en las heces humanas.
Aunque la EPA obliga ya a realizar pruebas de abastecimiento de agua anuales, la mayoría de los auxiliares de vuelo seguramente seguirá recomendando evitar el consumo de agua a bordo a toda costa. Y esto incluye también pedir té o café a bordo.
6. Bandejas más sucias que los baños
Por lo general, las bandejas frente a los asientos se limpian solo una vez al día (y se pueden haber usado para trabajar, comer o, incluso, cambiar pañales).
Solo se limpian una vez al día, generalmente cuando el avión permanece durante la noche en el aeropuerto. Sin embargo, cada avión puede realizar varios vuelos al día y esa bandeja puede haberse empleado para todo tipo de usos, desde comer hasta cambiar pañales.
Quizás sea buena idea llevar con nosotros una toallita desinfectante la próxima vez…
7. El capitán tiene el control
En el avión, una vez cerradas las puertas, el capitán tiene el control y su autoridad es más seria de lo que pueda parecer.
Además de tener la capacidad de tomar cualquier decisión sobre la aeronave y la ruta, puede actuar sobre pasajeros negándoles la entrada si parecen ebrios o intoxicados, tomar un testamento y oficiar un matrimonio.
8. El capitán tiene el control
Aunque en muchos casos su papel parece reservado a dar las instrucciones de seguridad y después actuar como camareros o vendedores de todo tipo de productos, los tripulantes tienen una profunda formación que incluye una gran cantidad de conocimientos técnicos.
Las pruebas a las que se someten pueden incluir desde cómo apagar un incendio a diagnosticar determinadas afecciones, pasando por entablillar extremidades rotas, detener hemorragias, administrar primeros auxilios y, sí, incluso ayudar a dar a luz a un bebé. Una tarea que realizan con poca frecuencia, debido a las restricciones de las aerolíneas al vuelo de las mujeres en fases avanzadas de gestación.